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Seminario Corte y Queda: Miradas Sociales a las Narrativas Cinematográficas

  • comunicacionuacm
  • 1 abr 2019
  • 4 Min. de lectura

En el marco de la inauguración del Seminario Corte y Queda: Miradas Sociales a las Narrativas Cinematográficas, se exhibió Tempestad, documental dirigido por Tatiana Huezo –cineasta mexicana-salvadoreña, quien estudió cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica y en la Universidad de Pompeu Fabra, Barcelona, España­– donde narra la historia de dos mujeres víctimas de la impunidad en México: Miriam Carbajal –encarcelada injustamente por delincuencia organizada y tráfico de personas– y Adela Alvarado –artista circense que busca a su hija Mónica, desaparecida.


Huezo, quien es fotógrafa y editora, aborda el tema del crimen organizado y la justicia en México; la violencia en que nos vemos sumergidas constante y abrumadoramente, comentó María Fernanda Carrillo, profesora-investigadora de la Academia de Comunicación y Cultura de la UACM y maestra en cine documental por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos y Posgrado de Artes Visuales por la UNAM. Este largometraje fue seleccionado por la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas para competir por el Premio Oscar (E.U.) y el Premio Goya (España), 2018; además obtuvo el premio a la Mejor Dirección, edición de 2017, del Ariel (México).


Para que una película, o cualquier cosa que hagamos en la vida: un ensayo, una charla, etc., llegue al corazón de la gente, tenemos que sentirlo profundamente. De lo contrario, no se transmite. Si no sentimos lo que estamos diciendo, no llega a la gente. “Tatiana Huezo siente mucho los procesos de las experiencias que retoma, trabaja muy de cerca con sus personajes. Para la cineasta, esta película es muy fuerte porque está hablando de su amiga, una amiga muy cercana de la que decide no mostrar su rosto”, señaló Carrillo, quien también coordina el Laboratorio de Medios Audiovisuales (LaMa) del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la UACM, en San Lorenzo Tezonco.


Huezo –continuó comentando Carrillo– es una directora que trabaja temas de memoria, de conflicto. En sus historias utiliza experiencias de mujeres, que es un estilo autoral. En este caso, construye ese recorrido desde el norte de México –pasando por diferentes geografías– para llegar al sur; desde Matamoros, Tamaulipas, a Tulum, Quintana Roo, que es el recorrido que hacen las protagonistas desde su salida de la cárcel.


La intención es que nos subamos al camión en donde va Miriam. Que pensemos que podríamos ser una de nosotras que vamos saliendo de una experiencia así. Llamar a un público a tomar ese lugar que nos hace tener como una ruptura emocional para poder escuchar todo lo que viene, es una cuestión de forma pero que impacta en el contenido, que impacta en cómo una persona puede llegar a sentir todo lo que ella está contando, dijo Carrillo –maestra en ciencias sociales por FLACSO, México.


El único momento en que se ve a Miriam, es en las últimas imágenes hechas con unas cámaras subacuáticas especiales –realizadas desde debajo de un cenote– donde el agua es absolutamente transparente, con distintas entradas de luz, donde se ve su silueta y la reconocemos porque ella contó que de chica le amputaron una pierna, por eso en la cárcel una persona le dijo que no podría “estirar la pata”, comentó Carrillo.


La propuesta de Huezo es muy cercana al cine poético, donde las imágenes logran construir las experiencias sin que se ilustren, no así en los noticieros –en la televisión– donde constantemente vemos cómo la imagen tiene un uso ilustrativo; hablan del perro y muestran el perro, hablan de la pobreza y muestran el niño comiendo en la basura. El público sólo recibe mensajes sonoros y visuales repetitivos, señaló Carrillo –socióloga por la Universidad Nacional de Colombia– quien explicó que en la investigación social se usa mucho la imagen de manera ilustrativa, porque ayuda a mostrar juegos, demostrar ciertos argumentos; en este caso la utilización es evocativa.


Huezo eligió la temporada de lluvia porque permitía captar paisajes, como la niebla, el viento o el miedo. Cuando habla de la experiencia traumática que tienen estas mujeres al ver como asesinan a un muchacho, son elementos dramáticos que nos ayudan a construir y a expresar en cierta forma que no es racional, que no es información, que las emociones y la complejidad de las relaciones humanas, no son sólo palabras.


Esto –dijo Carrillo, realizadora de cortometrajes documentales, investigadora y documentalista– es una ventaja que tiene el cine, la pintura, el dibujo o la música, que nos transmiten emociones y que a veces es como una limitación que encontramos con las ciencias sociales.


En esta película no sólo se está contando la historia de dos mujeres pobres que sufren. En este caso, la cineasta decide salir de ese código de la madre triste y muestra a dos mujeres que resisten, que se levantan y son capaces de estar en esta película, lo que es una decisión admirable, subrayó la investigadora.


Este tipo de testimonios, dijo Carrillo, son importantes que queden en la memoria colectiva, y el cine es una manera de aportar en esa construcción de memorias. El valor de un testimonio que se puede captar en el cine, es una manera de que estos testimonios pueden servir socialmente. Estas dos experiencias que nos presenta Huezo, son universales, ya que no solamente le suceden a ellas dos; incluso podríamos pensar que no solamente sucede en México. Pero en el caso de México, muestra dos casos de mujeres que han sido víctimas, que las vinculan con la trata de personas. Huezo señala la omisión y aquiescencia del Estado, ya que es responsable por tener conocimiento y no hacer nada.


Los documentales –a diferencia de la ficción– impactan directamente en la vida de la gente. Miriam sigue siendo Miriam y Adela sigue siendo Adela; se acabó la película y ellas siguen siendo ellas, es la gran diferencia con el cine de ficción, donde los personajes son construidos por personas profesionales que pueden interpretarlos, pero cuando acaba la película allí termina la historia. En este caso, no, concluyó Carrillo.


Radha López, del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales, dijo que en la película se muestra un trabajo riguroso y una gran honestidad de Tatiana Huezo, al acercarse a este tema. En ambas historias la familia aparece como un elemento importante, estos personajes no están en la zona de confort, sino que la vida las pone contra la pared, que es cuando emergen y se sobreponen a esta realidad, en la película, no hay realismo mágico, los personajes y las imágenes son reales.

 
 
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