Adiós a Netflix, seminario de investigación.
Presentado por el Centro de Investigación en Teoría y Análisis Cinematográfico (CITACINE) del Colegio de Ciencias y Humanidades, el pasado 15 de febrero dio inicio el Seminario de Investigación Adiós a Netflix, impartido por el Dr. Aliber Escobar, con el objetivo de analizar la influencia de esta plataforma en el entretenimiento actual y la importancia de crear públicos alternativos a las series que ofrece.
En esta primera Sesión –con el tema “La historia de las series y la invención del seriefilo”– se habló sobre el nacimiento de la BBC (la emisora de tv y radio más antigua y que, por hoy, es la más grande del mundo). Nacida en 1927 esta compañía se creó como una organización nacional independiente John Reith –quien fuera el fundador– que tenía el lema: “Informar, educar y entretener”. Afirmaba que “en ocasiones se nos indica que lo que hacemos es dar al público aquello que creemos que éste necesita y no lo que quiere. Pero pocos saben lo que quieren y muy pocos saben lo que necesitan”, dejando ver así su visión autoritaria y paternalista al querer “educar” al público dándole prioridad a los gustos de la clase media-alta.
El doctor Aliber Escobar habló sobre cómo –en los años de la posguerra– en la BBC se debatía sobre cómo debía ser la ficción televisiva, con respecto a la industria teatral que hasta entonces era la principal fuente de material para el departamento de drama. El televisor se vendía, no como un espectáculo público sino como un producto de entretenimiento familiar, ya que esta se presentó como un espacio de entretenimiento y contenidos educativos y esto la llevó a encontrar su espacio en el hogar.
Dentro de esta debate existían tres posiciones diferentes: “1) la de hombres de radio, quienes veían la televisión como una radio con imágenes y querían desarrollar la ficción siguiendo los mismos estándares de la ficción radiofónica; 2) la de los productores –como George More– que defendían que la televisión era un medio cuya principal característica era la intimidad y la utilizaban para sacar el máximo partido de la interpretación de los actores; y 3) la de los visionarios como Michael Barry, quien creía que el potencial del medio televisivo para abordar una nueva forma de hacer ficción más ambiciosa y con una mayor preeminencia de la imagen”.
Añadió que –desde los inicios de la introducción de la televisión en los hogares– ya se tenían algunos temores de la relación de ésta con los miembros más vulnerables de la familia. Se temía que acabara con las conversaciones a la hora de la cena, que sustituiría al padre como autoridad, que distrajera a la madre y ésta no cumpliera con sus deberes domésticos, que tuviera contenidos no aptos o perjudiciales para los niños y que esto ocasionará que los niños se volvieran pasivos.
Con respecto a lo anterior, se habló sobre la influencia de la TV, sobre que no reflejaba los conflictos de la época, sino –más bien– que se convirtió en una forma de evadir la realidad. “El movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, la guerra de Vietnam o la crisis de los misiles de Cuba salpicaron la pantalla del televisor en los programas informativos, pero la ficción vivió al margen de estos conflictos, permitiendo a la audiencia vivir en una burbuja donde estas preocupaciones nacionales no existían, un refugio ajeno a los problemas.
Aliber Escobar terminó su ponencia con el caso “Minow”. Newton N. Minow –quien señaló el desinterés por ofrecer contenidos enriquecedores” que respondieron a una mínima vocación de servicio ciudadano”– “es ofensivo pero, sobre todo, aburrido”, “¿Por qué es tan mala la televisión?”. En la programación necesitamos imaginación, no esterilidad; creatividad, no imitación; experimentación, no conformidad; excelencia, no mediocridad”; fueron algunas de las afirmaciones que Minow hizo sobre la televisión de esa época.