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Escuelas, espacio de contención frente a la violencia: rectora de la UACM.



Ciudad de México, a 23 de enero de 2024.

Boletín Núm. 02/CC /2024.


  •   En el marco del Día Internacional de la Educación, la Universidad combate la pandemia mundial de violencia y odio.

  • Destaca la implementación de las Normas de Convivencia y diversos protocolos que privilegian el diálogo y la inclusión.

 

En el marco de la sexta edición del Día Internacional de la Educación –que se conmemora el 24 de enero de 2024– la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) pone el dedo en la llaga ante la pandemia de violencia que recorre el mundo y que, en México, se traduce en violencia contra las mujeres, la diversidad sexual y la ejercida por el crimen organizado.

 

El organismo internacional hace énfasis en el papel que desempeñan la educación y los docentes en la lucha contra el discurso de odio, fenómeno que se ha multiplicado en los últimos años con el uso de las redes sociales. Mediante el documento Afrontar el discurso de odio: respuestas educativas (https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000382290_spa) la UNESCO realiza una serie de recomendaciones para combatir este flagelo desde la trinchera educativa.

 

Al respecto, la Dra. Tania Rodríguez Mora, rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), aseguró que los sistemas educativos y las escuelas –para decirlo mejor–, los salones de clase, los patios y los laboratorios, sí pueden ser una enorme opción para contener los efectos de la violencia, “siempre y cuando logremos que esos espacios otorguen a las personas un sentimiento de comunidad y pertenencia, porque también es cierto que –a veces– si en esos espacios se rompen los lazos comunitarios y no se comparte una serie de valores en las que nos reconozcamos como iguales –como importantes, como miembros de una comunidad– pueden convertirse en lugares de generación y reproducción de la violencia externa”.

 

“Lo que tendríamos que hacer desde todas las escuelas –en primer lugar–, desde los kínderes hasta los posgrados, es discutir y visibilizar la violencia; en segunda instancia, tratar de entenderla con el mayor nivel de complejidad posible, dependiendo –por supuesto– de los grados académicos;  y en tercer lugar, fomentar –desde estos espacios de encuentro– nuevas formas de relación que puedan reproducirse en otros espacios, formas de relación más democráticas, más abiertas, donde la discrepancia en la discusión de las ideas no se convierta en un tema de pleito, donde sea posible preguntar con libertad”, aseguró.

 

La también académica apuntó que la violencia es, evidentemente, una constante en nuestras relaciones sociales. Es producto –en buena medida– de las condiciones de desigualdad y “como decimos los sociólogos: un viejo concepto de anomia, de falta de sentido, esperanza y pertenencia. Los que somos parte o nos identificamos como parte de distintas comunidades, tenemos la enorme posibilidad de ser capaces de revisar justamente aquellos elementos de nuestras relaciones sociales que están propiciando elementos de violencia o de identificar aquellos elementos que nos están violentando y entonces tomar decisiones”.

 

En este sentido, la Dra. Rodríguez Mora comentó que la UACM tiene una ventaja muy importante, pues desde los documentos base con los que fue creada, así como los documentos que alimentan y ordenan la vida institucional, se puso en el centro el cuidado de los otros y la cooperación de las personas como un elemento central. “La Universidad se caracteriza por ese proyecto humanista; además, por supuesto, todas las tareas de orden académico se encauzan a producir hombres y mujeres libres, críticos, conscientes y solidarios”.

 

A ello sumo –añadió– la generación de nuevas reglamentaciones, de propuestas de investigaciones que la propia comunidad se ha dado en pos de un valor de la cultura de la paz, de la inclusión de la tolerancia y del respeto a la diversidad. Eso es también muy notable en los últimos años en nuestra Universidad.

 

La funcionaria destacó que ­–hace apenas unos años– se aprobó el Programa Institucional de Desarrollo de la Universidad (PIDE), en el que se incorporaron dos ejes transversales a todas las actividades sustantivas de la Universidad, que justamente tienen que ver con garantizar la igualdad sustantiva de las mujeres, evitar la discriminación y contribuir de este modo a una cultura de la paz. “Esto significa que cada vez que discutimos nuestras acciones de docencia, tenemos que pensar cuáles de esas acciones contribuyen a la igualdad sustantiva de las mujeres y a la no discriminación. Eso significa esta transversalización, en términos de los planes y programas de estudio”.

 

Finalmente, aseveró que “todo universitario del Siglo XXI tiene que ser capaz de haber tenido, no solamente un contenido pedagógico concreto en términos de contenidos teóricos, sino una práctica –una práctica docente, una práctica didáctica, una práctica de aprendizaje, una práctica comunitaria– que incorpore estos valores en su hacer como profesionistas y en su hacer como ciudadano y ciudadana y como persona –digamos de este país– de este mundo lo necesitamos. Eso ya está en curso y no tengo duda de que lo vamos a lograr. Creo que hay una disposición a lo largo de estos años en empezar a hacer ese trabajo. No hay recetas, no hay un camino fácil”.

 




 

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